En días recientes, el campo mexicano ha resentido, como es costumbre, los embates del clima. Desde la madrugada del jueves pasado, una onda gélida atacó el territorio mexicano, con una afectación especial a los estados del centro-norte y del altiplano. Esto no es un hecho menor, puesto que se trata de una de las regiones productivas más prolíficas del territorio nacional y concentra cerca de 2/3 partes de la producción de productos agropecuarios.
SAGARPA, a la fecha que esta nota está siendo escrita, continúa con la evaluación de los daños provocados tanto por la helada seca, como por las lluvias y el granizo que también se han hecho presentes en la última semana, pero los pronósticos no son buenos. Para muestra, podemos referirnos al caso de ciudad victoria, Tamaulipas, uno de los estados más afectados, en donde al menos 20% de los ejidos del municipio fueron afectados y cuatro se declararon en pérdida total. Como este caso, muchos otros siguen dándose a lo largo de los campos mexicanos, lo que repercute no sólo en las pérdidas inmediatas de cultivo, calculables en los millones de pesos, sino en la escasez del producto y el alza inminente en los precios al consumidor final.
La situación ha sido tan urgente que SAGARPA, de la mano de la SEDRUA, ha puesto en operación los mecanismos de respuesta previstos para situaciones catastróficas de esta naturaleza, en estados como Michoacán, como lo es el seguro para daños de cultivos, el cual tuvo un precio superior a los 165 millones de pesos y cubre más de un millón de hectáreas, 221 mil cabezas de ovino, caprino y bovino, así como 221 mil metros cuadrados de granjas acuícolas.
Este tipo de fondos de emergencia son una constante y, conforme se den a conocer los números oficiales de la afectación, comenzaremos a ver cifras muy similares en otros estados. El problema es que el acceso a estos recursos depende de estar en línea con las normativas que establece SAGARPA, como lo es la siembra dentro de los límites de estacionalidad permitidos; en este caso, existen muchos productores que sembraron fuera de estos tiempos y, por lo tanto, no contarán con el respaldo de la institución y el dinero destinado a las afectaciones por clima. El contar con seguros agrícolas especializados que puedan ser contratados de manera individual por cada productor, es una cultura que hay que empezar a difundir si no se quiere tener la misma dependencia gubernamental a la suerte.
Lo verdaderamente alarmante es que prácticamente ningún agronegocio en el país cuenta con la infraestructura adecuada para combatir el mal clima. Ni siquiera los cultivos en invernadero están exentos de los daños por heladas, puesto que no cuentan con los sistemas de calefacción requeridos para salir avante. No sólo se trata de tecnología de difícil acceso, sino que se trata de mecanismos prohibitivamente caros, por lo que virtualmente todo el país está a merced de los caprichos climatológicos que, cada vez con más fuerza, el cambio climático se encarga de ponernos alerta. Este año, por ejemplo, pese a siempre tener presupuestada una afectación por onda gélida, la temporada de frío intenso llegó de forma adelantada y, como suele decirse por ahí, “amaneció” a los productores de todo el país.
Ahora bien, estas bajas temperaturas se unen a otros problemas recientes en el sector agroindustrial, como lo fue la reciente pugna sobre el aguacate michoacano, de la cual ya hablamos a detalle. Si ya era escaso el abasto de aguacate, esta helada podría hacer aún más caro el aguacate en el mercado local, así como en el extranjero. Claro que, siendo la zona norte del país una de las más afectadas, también el jitomate es uno de los productos en riesgo. El jitomate es uno de los tres primeros productos del campo que más se exportan al extranjero, pero la onda gélida y la merma en las cosechas podría elevar los precios de este fruto por encima de los 50 pesos por kilogramo. Esta cifra podría ser aún mayor en los Estados Unidos. Esto es sobre todo cierto en este ciclo, puesto que es el inmediatamente anterior al periodo noviembre-diciembre, uno de los de mayor consumo de perecederos en el año. En Estados Unidos tenemos festividades como el Día de Acción de Gracias, en donde se consumen productos como el jitomate, la cebolla y la calabaza en abundancia; en el caso de México, la época decembrina es especialmente prolífica para los alimentos del campo. El desabasto podría orillar a los consumidores a omitir ciertos ingredientes en los platillos típicos o a buscar reemplazos más accesibles.
La definición de algo necesario, desde su etimología, es algo que no puede no ser. En este caso, estar prevenidos para los problemas que el clima acarrea es algo absolutamente necesario para todos los productores del campo. Es por eso que se debe contar no sólo con la tecnología correcta, sino con programas más especializados de seguros agrícolas, además de la información de todos los mercados y de cómo externalidades afectan la comercialización de perecederos. Por situaciones así es que buscamos que en la comercialización Smattcom se convierta en un aliado indispensable para los productores de todos los tamaños y de todas las regiones . Con el flujo constante de los precios, es de sumo valor identificar en qué mercados o zonas productivas se están generando ventanas de oportunidad en caso de alguna afectación. Más aún, en caso de que el clima genere consecuencias adversas y un producto de primera calidad quede reducido a uno de tercera, Smattcom crea vínculos entre los productores, consumidores y la industria de la transformación, quienes convertirán la merma potencial en ganancia para ambas partes.
El clima va a seguir afectando el campo mientras éste no se modernice y estructure correctamente; aquí la clave está en saber prevenir y, si esto es imposible, entonces en contar con las herramientas adecuadas para aminorar o, en su caso, remediar las consecuencias.
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